jueves, 21 de mayo de 2015

El desempleo juvenil.


Durante este verano, 26 millones de personas de la Unión Europea (UE) han estado buscando trabajo. Están en paro. Y otros millones más se les añadirán ahora en septiembre cuando los jóvenes que han acabado sus estudios intenten incorporarse al mercado de trabajo, sin conseguirlo. Y millones, estando ya trabajando a tiempo parcial, están también buscando otro trabajo que les permita estar empleados a tiempo completo.
Según estimaciones de la Dirección General de Empleo, Asuntos Sociales e Inclusión de la Comisión Europea, una persona de cada ocho que están en el mercado de trabajo está en paro y en busca de trabajo. Pero lo que es incluso peor es que casi siete de los ocho no están satisfechos con el tipo de trabajo que realizan, pues no piensan que tengan un trabajo con las condiciones y salario que consideran satisfactorios (citado en “Generation Jobless: The worst youth unemployment crisis in European history should be blamed on its millionaires” de Danny Dorling, publicado en New Statesman 22 August 2013).
Uno de los grupos más afectados por esta situación es la juventud. Hoy existe en la UE un desempleo masivo entre la juventud, a pesar de que el número de jóvenes buscando trabajo ha disminuido en términos proporcionales como consecuencia de su inserción en el mercado de trabajo a una edad más tardía, resultado de un mayor periodo de educación y formación que en tiempos anteriores. En realidad, el desempleo juvenil nunca había sido tan elevado como ahora.
Esto está ocurriendo a la vez que el porcentaje de la población que es joven está descendiendo en la UE. En 1989, la cifra de la población en el grupo etario 20-24 años era, en Europa, de 56 millones. Hoy hay 8 millones menos (y están mucho más educados y formados que en 1989). Es interesante señalar que esta disminución de la gente joven ha dado pie a una enorme alarma entre los que ven la transición demográfica (es decir, el aumento de los ancianos y la disminución de los jóvenes) como causa de la futura insostenibilidad de las pensiones públicas. Los datos muestran, sin embargo, que el problema no es el demográfico sino el laboral (ver V. Navarro y J. Torres, Lo que debes saber para que no te roben la pensión). Hoy no faltan jóvenes. Lo que falta, y mucho, es trabajo, el punto clave que apenas se cita. El mayor problema no es que haya ocho millones menos de jóvenes, sino que la mayoría de los que hay no encuentran trabajo, sin crear riqueza, pagar impuestos y contribuir a la Seguridad Social. Y las políticas públicas que se están desarrollando están empeorando la situación. Las reformas del mercado laboral encaminadas a facilitar el despido de los trabajadores no han tenido prácticamente ningún impacto en disminuir el desempleo entre los jóvenes. Por el contrario, la reducción de los salarios (objetivo real de las reformas laborales) ha disminuido la demanda doméstica y con ello la actividad económica, y el crecimiento de empleo.

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